Aunque el hormigón concentra la mayoría de la atención técnica en el ámbito de la construcción estructural, el mortero es también un material que se emplea en el día a día en las obras de forma muy habitual. Desde la albañilería tradicional hasta los morteros industriales premezclados, su uso es tan extendido como especializado. Y, al igual que ocurre con el hormigón, la incorporación de aditivos resulta fundamental para optimizar sus propiedades, mejorar la aplicación en obra y garantizar la calidad del producto final. Pero ¿son los aditivos para mortero iguales que los del hormigón? ¿Cómo se comportan y qué funciones cumplen? En este artículo repasamos las claves que todo profesional debe conocer.
Para empezar, conviene recordar que los morteros tienen una composición diferente al hormigón. Aunque ambos se basan en una mezcla de cemento, agua y áridos, los morteros no contienen árido grueso, sino únicamente arena (tamaño máximo 5 mm), lo que les confiere una reología distinta. Además, se utilizan en capas mucho más delgadas y con una función que, en muchos casos, no es estructural. Esto implica que los aditivos deben adaptarse a un entorno donde la trabajabilidad, la adherencia y la facilidad de aplicación son aspectos prioritarios.
Uno de los aditivos más comunes en mortero es el plastificante-aireante, que mejora la manejabilidad de la mezcla sin necesidad de aumentar el contenido de agua. Esto es crucial en trabajos de colocación manual o mecanizada, donde una mezcla demasiado seca dificultaría el extendido y una mezcla demasiado líquida generaría retracción excesiva y pérdida de adherencia. Gracias a los plastificantes-aireantes, se logra una pasta más fluida y homogénea, sin comprometer la resistencia ni la estabilidad dimensional.
Otro tipo de aditivo fundamental es el retenedor de agua. Su función es evitar que el agua de amasado se pierda por absorción en el soporte o por evaporación rápida, especialmente en climas cálidos o superficies muy porosas. Al mantener la humedad durante más tiempo, se mejora la hidratación del cemento, se evita la fisuración por retracción plástica y se favorece la adherencia al soporte. Este tipo de aditivos es especialmente relevante en morteros de enfoscado y en capas de nivelación.
Los aditivos aireantes puros, por su parte, incorporan microburbujas burbujas de aire en la mezcla, lo que mejora notablemente la trabajabilidad y la resistencia a los ciclos de hielo-deshielo. Aunque no aportan resistencia mecánica sino que la disminuyen, sí contribuyen a aligerar el mortero y a mejorar su comportamiento en exteriores o en aplicaciones expuestas a la intemperie. Se utilizan con frecuencia en morteros monocapa, morteros ligeros para pendientes en las cubiertas y productos destinados a la rehabilitación.
En morteros especiales, como los utilizados para reparaciones estructurales, anclajes o recrecidos técnicos, también se emplean aditivos reductores de agua de alto rango y aditivos expansionantes, junto con acelerantes y reductores de retracción en algunas aplicaciones, lo que permite elaborar morteros técnicos de elevadas prestaciones.
Un aspecto distintivo del uso de aditivos en morteros es su compatibilidad con ligantes mixtos o alternativos, como la cal aérea o hidráulica, los cementos blancos o los conglomerantes con adiciones minerales. A diferencia del hormigón estructural, donde el cemento Portland es prácticamente obligatorio, en el mundo del mortero es común encontrar fórmulas que combinan varios tipos de ligantes para adaptar el producto a usos decorativos, restauración patrimonial o mejora del confort térmico. En estos casos, los aditivos deben seleccionarse cuidadosamente para garantizar su compatibilidad y evitar reacciones indeseadas.
También existen combinaciones de aditivos destinadas a mejorar propiedades muy específicas, como la adherencia al soporte, la impermeabilidad o la elasticidad. En aplicaciones como piscinas, fachadas o suelos industriales, estas formulaciones con distintos aditivos permiten que el mortero se adapte a exigencias técnicas particulares, ampliando su campo de aplicación y su durabilidad.
A nivel industrial, los fabricantes de morteros premezclados incorporan aditivos en polvo que se mezclan en seco con el resto de componentes en la planta. Esto asegura una dosificación precisa y correcta, una distribución homogénea y una calidad y prestaciones constantes en el producto final. Para el aplicador, esto se traduce en mayor fiabilidad, facilidad de uso y reducción de errores en obra.
La diferencia fundamental entre los aditivos para hormigón y los de mortero radica, por tanto, en su formulación específica para mezclas más finas, su capacidad de adaptación a un abanico mucho más amplio de usos y su papel clave en la trabajabilidad y acabado más que en la resistencia estructural. A pesar de que ambos materiales comparten principios comunes, el comportamiento en fresco y endurecido del mortero responde a necesidades distintas, que los aditivos específicos permiten afinar con precisión.
En definitiva, los aditivos para mortero son una herramienta técnica imprescindible para responder a las crecientes exigencias de calidad, productividad y versatilidad en obra. Su uso adecuado permite mejorar la aplicación y las características técnicas, garantizar un acabado duradero y adaptar el producto a condiciones cambiantes. Conocer sus propiedades, funciones y diferencias frente a los aditivos para hormigón es una ventaja competitiva para cualquier profesional que trabaje sobre el terreno o a nivel de fabricación de morteros predosificados, en el laboratorio o en el diseño de soluciones constructivas.